En Mendoza, una bodega local y el INTA han forjado una alianza para dar visibilidad y valor a las uvas “criollas”. Lucas Niven, enólogo de la bodega familiar, impulsó su visión empresarial y producción en la finca gracias al trabajo del investigador del INTA, Gustavo Aliquó, quien asegura que estas uvas tienen el potencial de contribuir a vinos de calidad.
La palabra “sinergia”, definida por la Real Academia Española como la acción de “dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales”, describe bien esta colaboración entre la Bodega Niven y el INTA. Aunque no lo hayan pensado en esos términos, la unión entre la investigación agronómica y la ambición de un joven enólogo ha convertido a Bodega Niven en un ejemplo de cómo la ciencia y el emprendimiento pueden generar resultados sorprendentes.

“Lucas es uno de los propietarios y enólogos de la bodega, y ha trabajado activamente con nosotros desde 2011 en la recuperación y valorización de cepajes criollos”, comenta Gustavo Aliquó, ingeniero agrónomo del INTA y experto en vitivinicultura. Estas uvas, aunque alguna vez despreciadas por su supuesto bajo potencial enológico, están ahora siendo redescubiertas por sus cualidades únicas, tras años de ser relegadas a la producción de vino de mesa en grandes volúmenes.
La labor de Aliquó y su equipo se centra en identificar aquellas cepas criollas que realmente ofrecen atributos enológicos atractivos para producir vinos diferenciados, ayudando así a los productores a encontrar nuevos mercados. La tarea no es sencilla: en comparación con cepas conocidas como el malbec, la producción de criollas no cuenta con la popularidad ni el respaldo de una marca consolidada, lo cual representa un reto significativo para bodegas de menor escala.
Para Aliquó, fomentar la producción de variedades criollas en lugar de simplemente promover las cepas convencionales es ofrecer una solución a estos pequeños productores. “Notamos que había viñedos históricos con cepas criollas que se estaban desaprovechando. A partir de este trabajo, productores como Lucas han comenzado a vinificarlas por separado, dándoles valor propio”, destaca el investigador.
Este tipo de iniciativas busca abrir camino a nuevas alternativas en el mercado del vino y pone en valor cepas que por años fueron subestimadas. En un sector donde la competencia con las grandes bodegas es compleja, la producción de vinos únicos elaborados con uvas criollas ofrece una oportunidad de diferenciación que, aunque desafiante, tiene el potencial de marcar la diferencia para los pequeños productores de la región.
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