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Trump, Milei y el cambio climático: ¿Y la bioeconomía, para cuándo?

  • Foto del escritor: productoracontenid
    productoracontenid
  • 23 jun
  • 1 Min. de lectura

Una resolución reciente de la Secretaría de Energía de Argentina reconoció oficialmente que los biocombustibles ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, marcando un pequeño pero significativo cambio en la política energética. Este reconocimiento parece contradecir la narrativa negacionista del cambio climático impulsada por sectores del gobierno. Mientras tanto, Estados Unidos, bajo la influencia de Trump, redobla su apuesta por los biocombustibles, no tanto por razones ecológicas, sino por seguridad energética y empoderamiento de su agroindustria.

Esta imagen podría tener derechos de autor.
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Argentina, en contraste, importa gasolina y diésel a pesar de contar con una industria local altamente competitiva en biocombustibles. Tiene capacidad instalada para producir mucho más biodiesel y bioetanol del que utiliza, pero la normativa actual limita el uso interno. En lugar de fomentar el desarrollo de la bioeconomía, se sigue apostando por combustibles fósiles.


Argentina exporta materias primas sin procesar (como aceite de soja y maíz) en lugar de transformarlas en valor agregado mediante biocombustibles, como hacen países como Brasil o EE.UU. Esta falta de estrategia energética se considera una oportunidad desperdiciada.


El cambio climático es una realidad urgente, que debe impulsar políticas más inteligentes, sostenibles y coherentes. Argentina tiene recursos, tecnología y talento, pero necesita voluntad política para dejar de importar lo que puede producir.

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